viernes, 8 de febrero de 2008

El profesor de guitarra

Me abrió la puerta él.
Todo barba, todo pelo.
Yo había cumplido los 15.

Preguntame cómo fue, pero me enamoré. Solitariamente y sin saber. Él solo me enseñaba guitarra.
Y allá subía las calles del cerrito e inventaba mil historias en mi cabeza imaginando que él pudiera fijarse en mi.
Mis amigas no entendían. Cuando, por alguna artimaña extraña, lograron conocerlo, casi se desmayan. "Esa cosa te gusta?" No solo me gustaba, sino que era el sujeto-objeto de mis llantos diarios. No solo me gustaba, sino que yo creía morir por él.
Busqué y busqué y encontré un poema de Delmira. Lo escribí a máquina y se lo mandé por correo. En el sobre decía: ".... 21-72"
A la clase siguiente me enfrenta: "Esto, ¿me lo mandaste vos?" Y me muestra el sobre. Y me dice que piensa que fui yo porque nadie escribe los números de la casa así, separados por un guión, y que él me había visto hacerlo.
Mierda! ¡que observador! pensé.
Y negué. Toda roja, negué sorprendida y seguimos con la clase.
Nunca, les juro que nunca más escribí así los números. De allí en más eliminé el guión del medio.

sábado, 2 de febrero de 2008

reina del carnaval


En febrero de 1976 yo era una niña. Y muchas cosas pasaban que yo no sabía. Y otras que sí sabía.

Como que en el club de mi barrio, el club Fraternidad había carnaval.

Con mi viejo y mis tías ibamos todas las noches. Con mamá no, porque no le gustaba nada el Carnaval. Pero a nosotros sí. Siempre. (Porque cuando yo nací empezaba el carnaval y había un tablado debajo de mi casa y yo no dormía. Yo digo que no dormía porque quería aprenderme de memoria los cantos de las murgas) Y en el mostrador del club se apoyaba Marta Gularte. Y cantaba la Milonga Nacional. Y los saltimbanquis. Y muchas murgas de hoy no estaban. Y el club se llenaba de gente.

Y se armó un concurso para elegir reina y rey del club. Y mis tías me anotaron. Y mi vieja casi se muere porque le parecía horrible, y a mi me encantaba. Y allá todas las noches, competían más los grandes que yo, que lo que me divertía era subir al escenario. Y mi vieja que quería que me borraran y no. Y al final por el esfuerzo de todos (debo aclarar que los votos se compraban…jeje) salí reina. Y me encanta decir que fui reina del carnaval del Fraternidad! Juajj!!!

Ahora hace mucho, mucho que el club no hace carnaval. Yo que sé, será que el barrio está bastante pobre.

lunes, 14 de enero de 2008

BALANCE 2007












Yo agradezco hasta el infinito la familia que me ha tocado tener.

Los amores.

Los amigos.

Agradezco lo que hago.

Y hasta lo que he dejado de hacer.

Las circunstancias, el azar, la causalidad o casualidad que ha hecho de mi vida esto que es hoy.

Agradezco haberme reconciliado conmigo misma y con los que quiero.

Incluso con aquellos que ya no quiero.

Agradezco hasta mis errores y mis arrepentimientos, porque pude encontrarlos y aunque los repita, ahora sé cuáles son.

Agradezco también:

Todos los dolores que tuve que vivir

Todos los abrazos que me dieron

Todos los vacíos que sentí

Todo lo que me enseñaron

Y todo lo que aprendí.

Les agradezco a ustedes, viejos y nuevos amigos, por ser parte de mi camino y permitirme a mí, ser parte del suyo.

Feliz 2008.

viernes, 11 de enero de 2008

Era siempre el mismo cuento.
"Preparábamos el engrudo y salíamos de noche. Y de repente aparecían las chanchitas* y teníamos que salir corriendo, porque si nos agarraban, nos llevaban presos"

Era siempre el mismo cuento y yo sentada en sus rodillas le pedía una y otra vez que me lo volviera a contar.



* móviles policiales

martes, 18 de diciembre de 2007

Se murió doña Teresa, me dijeron.
Doña Teresa era una tana que nunca perdió su acento, gorda y canosa, que terminó quedando sola. La vida a veces es medio embromada... No sé que cosa terrible puede haberle hecho a su hijo para que no la fuera a ver más. Como siempre, en el barrio, acusaban a la nuera. Siempre acusan a la nuera. ¿Cuando una hija se pelea con su madre, acusan al yerno con igual saña?
Pero en fin, fui al velorio,en su casa, además. No sé porque fui. Tendría yo ¿18 años? Allí estaba, en mi viejo barrio, recordándola, reencontrándome con gente que ya me parecía vieja desde que yo era chica y que en ese momento, obvio, seguía siendo vieja. Y ahí nomás, en el medio del velorio, me volví a enamorar. N. el médico del barrio, medio tartamudo y solterón, me empezó a gustar. Y cuando a mi me empezaba a gustar alguien, terminaba casi indefectiblemente enamorada. Esto quiere decir: cosquillas en el estómago, irrefrenables ganas de verlo, locura momentanea e impulsos incontrolables de lanzarme encima de la víctima. En eso se convirtió el velorio, del que por supuesto me fui, cuando se llevaron el cajón!